¿Y si nunca encontramos judías mágicas? ¿ Y si solo encontramos... judías?

sábado, 30 de julio de 2011

Sólo quiero ser tu jardinero


Serán tus ojos atentos los que me empujan a todo esto, los que me animan a ampliar un poco los límites, a perder un poco el miedo. Serán tus manos acariciando mi pelo, rozando mis hombros con cuidado. Quizá sea tu boca la que anula todas mis defensas, la que me hace bajar la guardia en noches como estas y poder dormir tranquila entre tus brazos, colarme a medias en tus sueños, despertar y que aún estés aquí a mi lado.

Será por tu temple tranquilo y serio o por tu media sonrisa hermana , aunque también podría ser por esa forma tuya de acariciar la arena o mirar el mar maravillado.
Quizá sea tu forma de caminar, de moverte suave y susurrarme una y mil veces "te amo", por hacerme el amor en el suelo, en la bañera, en el mar, y besarme hasta que me duermo, abrazándome y jurándome que todo irá bien, que no vas a irte a ninguna parte.

Podría encontrar miles de motivos acordes a cada uno de tus rasgos, pero en realidad no tiene demasiada importancia,  no importa por qué contigo no tengo miedo, por qué contigo no me callo, por qué contigo tengo la sensación de estar a tu lado completamente, de no tenerte sólo a medias.

Lo importante es que estamos aquí
Lo importante es que nos dejamos entrar en el otro por completo

viernes, 22 de julio de 2011

Voy a componer en modo mayor




Me gustan mucho los tatuajes, si pudiera, me tatuaría el cuerpo entero con cada una de mis experiencias. Eso supondría, entre otras muchas cosas, tener menos oportunidades en el mundo laboral y ganarme la desaprobación de mi mejor amigo, que no los soporta. Ya tengo un tatuaje, así que cada vez que me ocurre algo y necesito plasmarlo de alguna forma en mi, me pinto los zapatos. En realidad, es mucho más cómodo y puedo ir borrando y escribiendo lo que me pasa por la cabeza, aunque normalmente siempre va por la misma línea, ya que solamente siento la necesidad de "inmortalizar" las cosas cuando me hacen daño. 

"No es por la moda es por la soga que te ahoga por lo que toda mi generación se droga, es por las horas que el triste reloj devora y por la sola soledad desoladora" 

Esto está en la punta blanca de mis zapatillas, palabras de Sharif, palabras que salen por la boca de mi acompañante cuando consigue descifrar mi apretada letra. Se preocupa y yo me limito a sonreír, hace tiempo que por aquí todo está en su sitio, ni cajas, ni gente hablando a voces, ni reproches, ni malentendidos. Yo me siento bien y así se lo intento transmitir

"¿y por qué no escribes en tus zapatillas que estás contenta?, ¿por qué no escribes nada cuando todo marcha bien?"

Mi amigo comprende el hecho de que no sienta la necesidad de relatar nada cuando me siento completa, pero cree que debería intentarlo. Él es un muy buen pianista y compositor, y me puso el ejemplo de que él siempre componía en modo menor porque el mayor, el feliz, le parecía muy ñoño, vacío. Ahora, ha conseguido salir de ahí, investigando ha ido abriendo caminos y ahora puede expresar perfectamente lo que siente con la misma pasión, sea en el modo que sea. 

Creo que debería ir aprendiendo a componer en modo mayor, a dejar plasmada de la misma forma mi felicidad como dejo mi melancolía o mi soledad cuando la siento, porque si no el resto, a los que les importo de verdad, los que me leen, me escuchan y se preocupan, siempre se quedan con la mitad. 





jueves, 14 de julio de 2011

Los que no se atreven

He perdido la cuenta de las veces que lo he intentado. No puedo borrar lo que se ha quedado tan marcado, aunque sea de las decisiones más fáciles que haya tenido que tomar en mi vida, porque bien mirado... ¿hay algo más sencillo que eliminarte a ti?. Si yo quiero, nadie volverá a nombrarte, no volveré a verte. Si yo quiero, puedo olvidar absolutamente todo, tirar tus cosas, borrar las canciones. Ni siquiera tengo fotos que me persigan, sólo el recuerdo, las palabras, que podrían ser nada si yo quisiera.

Todas las mañanas tomo la misma decisión, y todas las noches me acuesto pensando en si no me estaré equivocando. Me acuesto y pienso que mañana lo veré más claro, pero mañana llega y nada cambia por este lado. Del tuyo no hay noticias, tampoco las quiero.

No debería dejar que se me olvidara lo único que he aprendido contigo en todo este tiempo.

domingo, 10 de julio de 2011

Sus ojos verdes


Hoy, mirando los granos de arena en la playa, he notado que alguien me observaba, cosa que me suele poner bastante nerviosa. He levantado la vista y me he encontrado con unos ojos que no esperaba ver, fijos, verdes, tristes. ¿Cuánto hace de aquello?, ¿cuánto sin mirarnos de esta manera?.
Nos hemos quedado ahí parados mientras el resto de la vida iba pasando, recordando a la par las mismas cosas, eso seguro. Muchas noches atrás crecí un poco agarrada a esas manos, sané los primeros males  con su compañía, y aún hoy sigo tarareando las canciones que silbaba mientas bajábamos a la playa todos los veranos.
Tras el impacto de encontrarme con esa mirada más de otro mundo que del mío, he bajado la vista por su cuello, por sus hombros, por su pecho desnudo, y he vuelto a sorprenderme. Sigue llevando el collar que le regalé, una tontería que cargas de significado en algún momento de tu vida y cuelgas del cuello de alguien con la esperanza de que no te olvide. Sólo he regalado dos collares en mi vida, y él, hoy, ahora, lo sigue llevando. Sigue colgando la misma cadena, las mismas iniciales grabadas en la plata, y yo se que él no se olvida de ese momento.
Lo dejé en su mesita de noche, colgando de la lámpara, decidiendo en ese mismo momento que sería algo que tomaría por costumbre cuando se mereciera, cuando tuviera la misma sensación de poder perder a alguien en cualquier momento.
Mis ojos han vuelto a los suyos, me sonreía de medio lado. Yo también lo he hecho y así hemos estado el tiempo suficiente como para poder decirle en mi mente que yo tampoco me olvido, que nunca lo hago.

 Se fue por el paseo marítimo, rodeado de gente sin mirar atrás ni un momento. Así deben ser las cosas, supongo. Le he seguido con la sonrisa hasta que se ha perdido de nuevo entre la gente, repitiendo en mi cabeza muy alto que volviera, que no se fuera, que no nos perdamos de nuevo.

martes, 5 de julio de 2011

Retamar


Aún no soy fuerte del todo y lloro por dentro como una niña cuando me vienen los recuerdos.
Hoy fui a mi casa, la casa de la que tuve que irme hace años  y a la que no he vuelto desde hace mucho tiempo. Allí he pasado la mitad de mi vida, he conocido a muchas personas que me han marcado en todos los sentidos. Allí he sido feliz, y mucho.

El olor a Eucalipto, a cloro. El sonido de mis zapatos contra las ramitas de la rambla, pasar la mano por los muros blancos, sonreír al escuchar a los niños jugando. Cuando yo era pequeña, muchos no habían nacido, otros eran los hermanitos de mis amigos, y ahora son ellos los que ocupan el lugar que disfrutamos nosotros tantísimos años. Durante un segundo siento rabia, envidia, como si estuvieran cogiendo algo muy preciado que me pertenece y pudieran hacerle cualquier cosa. Es normal, ahora le toca a ellos, a mi me quedan otras muchas cosas más.

 Y mi casa, la única que yo siento de veras como mía a pesar de todo. Hay cosas que no se han movido de sitio desde que yo me fui, ya sea por nostalgia o por indiferencia, pero me provocan una sensación extraña. Podría decirse que en esas cuatro paredes el tiempo se ha detenido en una etapa no muy buena. El polvo se amontona y los bichos se pasean por todo esto que algún día será mío otra vez.
Y mi cuarto... en esa misma cama he amado tantísimo...no puedo mirarla sin sentir el nudo en la garganta, el frío en el estómago, la sensación de que nada esta yendo como pensaba en esa época.

Hay tantas cosas aquí que querría tener, tantas sensaciones que me gustaría volver a sentir. Me estoy helando, iba siendo hora. Hay temas de los que no quiero volver a hablar, mucha gente que no quiero volver a tocar, que no soportaría que se metiera de nuevo en mi piel, y sin embargo, aquí, esta casa, me trae la inocencia, las ganas...me saca la sonrisa de medio lado, hacía mucho tiempo que no la veía en el espejo.

Al final me vuelvo a mi casa de ahora, en el autobús mirando el camino pesado que hacía para ir a la parada del colegio, el Toyo donde fumábamos y hablábamos sin parar pensando que así nos conoceríamos a nosotros mismos, y cierro los ojos, y cojo mucho aire, y pasa, y la vida continúa, y allí anclados se quedan mis recuerdos.


sábado, 2 de julio de 2011

Y adiós muy buenas

Y la vieja se piensa que voy a ir como si nada hubiese pasado...casi me atraganto de la risa.
La imagino perfectamente en ese pueblo de locos, agonizando en su camita que quiere verme, que quiere arreglar las cosas, que no puede acabar así. Puedo verla agarrando la mano de mi padre y pidiéndole por favor que me traiga a pesar de que llevemos años sin vernos, sin hablar, únicamente por su egoísmo, por su maldad. Cualquiera que haya caído en sus fauces de víbora sucumbe, así que la visión pasó a hechos reales: patéticos intentos de convencerme.
Nunca me habían chantajeado tantísimo en una misma conversación
"Se está muriendo"
Bien,  que  los gusanos hagan su trabajo.

"Tiene tu misma sangre, es tu familia"

No. Mi familia es esa gente que está a mi lado, que me escucha, que se preocupa. Mi familia son esas personas con las que puedo ser sincera sin miedo a que me señalen, las que siguen mis logros, me animan, me aconsejan y me abren los ojos a tortas si hace falta cuando me equivoco. La sangre está sobrando en todo este asunto.
Voy a quedarme aquí, en mi sitio, con mi vida, y que la suya se esté apagando no me va a hacer olvidar todo el daño, ni me va a hacer sacar fuerzas para arrancar todo rencor e intentar que se vaya bajo el suelo con la conciencia tranquila, creyendo que la he perdonado.

Esta es mi despedida, el más absoluto desprecio.