¿Y si nunca encontramos judías mágicas? ¿ Y si solo encontramos... judías?

martes, 29 de noviembre de 2011

El templo


Salí del cuarto de esparto después de mucho tiempo y el contacto con el suelo me hizo sentir ganas de huir muy lejos. Sin más, me quedé parada en la puerta del templo, pensando que sería muy distinta mi forma de girar el pomo, de mover las manos, de tocar mi pelo, si hubiese aprendido a mentir un poco mejor.
Entraba como intrusa, invadida por la adoración que no me pertenecería, rodeada por las fotos en las que ya no salía yo. Entré como intrusa, y como intrusa me tumbé en la cama mirando mis manos en el espejo.
Si hubiese aprendido a mentir un poquito mejor, seguramente habría despertado en esa cama, habría hecho el amor viendo dos reflejos, no existirían las habitaciones desnudas más que por momentos. Si hubiese abierto un poco más los ojos, despegado un poco más los labios, no habría tenido que huir tanto tiempo, y ahora descendería de lo más alto estirando mucho los brazos, cantando en portugués por lo bajo.
Si hubiese aprendido a mentir un poco mejor, no me habrían tocado otras manos, no me habría rozado otro pelo de madrugada, no sabría distinguir entre otras voces.
Salí del templo como intrusa y volví donde me pertenece, pensando en que si hubiese querido aprender a mentir mejor, no podría haber respirado  nunca esta paz, este silencio, esta soledad maravillosa.