¿Y si nunca encontramos judías mágicas? ¿ Y si solo encontramos... judías?

sábado, 5 de marzo de 2011

Sobre la tela de los recuerdos.

Ayer estuve dando un concierto y pasé un frío de perros. Esta noche tengo que volver a tocar, y según lo que me han dicho, el sitio es mucho más frío que el de ayer. Estaba preparando la ropa cuando he caído en la cuenta de que mientras esté parada, me podía llevar mi palestina y no congelarme la garganta.

He ido al armarito de mi cuarto, completamente segura de que allí  estaba, y para mi sorpresa, se amontonaban perfectamente ordenados por la ley del caos todos mis pañuelos, menos la palestina.

La palestina de Javi.

Me echo las manos a la cabeza y hago memoria. En estos últimos 3 años me he mudado más de casa que de zapatos, así que en una de estas se ha tenido que extraviar con alguna caja, quedado debajo de las camas a las que no voy a volver, o muerta de frío en el fondo de un armario. Pobre Palestina, ni se imaginan el amor que llevaba encima.

La paletina de Javi...

¿Y Javi?, ¿dónde está Javi ahora?. Miro dentro del armario y solo encuentro las pelusillas y el polvo que quedó de esa preciosa amistad. De pronto, me da una pena terrible haber perdido el pañuelo. Ya no quedaba nada del olor de su propietario, pero yo me descubría a mi misma hundiendo la cara en la tela y recordando tantos momentos preciosos. Todos los recreos en los que me salvó del aburrimiento eterno, las charlas sobre política y literatura, las lecciones de música y las risas. Cuando me hundía en su pelo largo y soplaba haciéndole cosquillas, cuando me arropaba si me sentía mal, cuando me dejó la palestina, ese día de lluvia.

El tiempo al final desordenó todo y hemos acabado cada uno en un sitio. Javi ya no tiene el pelo largo, aunque por aquí, de vez en cuando, sigue lloviendo.

Hace mucho que no le veo, y las veces que lo he hecho, nuestras breves conversaciones del tipo : "hola, qué tal, muy bien" me han entristecido tanto que me he descubierto un par de veces apartando la vista cuando él pasaba.

Y lo único que me quedaba aparte de los recuerdos era la dichosa Palestina.
Esta noche, me voy a morir de frío.

10 comentarios:

  1. Owww... por desgracia entiendo lo que puedes sentir... y digo por desgracia porque yo también he dejado a muchas personas en el camino, personas que en su día fueron importantes...

    Da pena... pero siendo un poco objetiva... sé que todo pasó por algo... que tenía que ser así... que cada uno tenía que hacer su vida y que era ¿inevitable? que nos separásemos... Y es que en el fondo teníamos puntos de vista sobre la vida muy distintos... aspiraciones completamente diferentes... mundos distintos...

    Vaya... me puse un tanto melancólica y tristona con todo esto...jeje Te dejo un abrazo Kalina.

    Lindo escrito...

    Siempre nos quedarán los recuerdos no? (quien no se consuela es porque no quiere...)

    Cuídate mucho!

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  2. Ah! y suerte en ese concierto! no pases mucho frío! ^^ Me pregunto si los recuerdos también dan calor...jeje creo que sí :)

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  3. Muy bello Kalina. La vida es como un entramado de cuerdas, como el tejido de un tapiz, que además esta sometido a mil fuerzas distintas por todos lados. Es inevitable que las fibras se rompan, se crucen, se desenlacen y desaparezcan. Pero lo efímero es sinónimo de vida, y hay que seguir adelante.

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  4. Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma.

    Suerte calentita.

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  5. yo creía que los conciertos de violín se daban en sitios más acogedores, pero bueno igual te toca en una iglesia fría y desangelada, yo me acuerdo uno de violin con saxo de Jorge pardo en una iglesia y estaba todo muy recogidito. Suerte con todo, la palestina igual cualquier día aperece, tu coleguita no se. a mi tambien me ha pasado lo de perder amigos por el camino, en fin. un abrazo.

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  6. Es horrible esa sensacion. De frio, pero no ese frio físico, mucho más trivial que el interno.
    Por desgracia, ultimamente solo veo eso por todas partes: miradas frías, conversaciones congeladas, palabras inertes...amistades que van, que vienen, que te dejan tiritando, sola, y sin una Palestina que hecharte al cuello.
    Decepcionante, sin duda.

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  7. Por suerte los buenos recuerdos nunca se marchan, hay qeu guardarlos muy cerca del alma para cuando necesitemos de ellos y nos hagan sonreir.

    Lo de la palestina es una pena.

    Abrazos.

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  8. Conserva en un rinconcito del alma aquella sensación al esconderte entre su pelo y aquel calorcito que la palestina regalaba a tu cuello. Siempre podemos dar la vuelta a las cosas: recordar con cariño sintiendo la fortuna de haberlo vivido.

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  9. El tiempo nos cambia, evolucionamos, los sentimientos cambian de lugar, nuestra mente se posiciona en un punto de vista diferente y se reordena nuestra escala de valores.
    No creo en "vivieron felices y comieron perdices", pero si en alimentarnos de curiosidad y de ilusión todos los días. Los palos nos abren los ojos y nos pulen como a un diamante. Si utilizáramos nuestros ojos de niño, alucinaríamos.

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  10. Tu palestina no deja de ser una imagen certera y exacta de lo que representa. Estuve allí, queda un rescoldo de país ocupado sobre el que me vacío a veces, nada más. Piénsalo, tu palestina es Palestina. No deja de ser paradójico. Si tiráramos del hilo y pensáramos en el Che, cuántas veces lo habremos perdido. Un saludo Pedro.

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