¿Y si nunca encontramos judías mágicas? ¿ Y si solo encontramos... judías?

miércoles, 8 de febrero de 2012

De pronto, después de mucho tiempo


Aunque parezca increíble, los miércoles me hacen salir de mi casa únicamente para 15 minutos de clase. Me siento delante del piano, hago un poco el paripé y me voy a una cafetería cerca del conservatorio con un libro para que por lo menos el haber salido al frío infernal de Granada haya merecido un poquito la pena.
Esta tarde la cafetería estaba especialmente vacía. Solamente había un señor que leía el periódico y de vez en cuando murmuraba "vaya por Dios", y un chico joven, con rastas, que dibujaba todo lo que había al rededor suya con la mirada muy fija y el trazo rápido.
Mientras leía "sostiene Pereira" de Antonio Tabucchi, (libro que recomiendo de todo corazón, y no sólo porque hable de Lisboa), he empezado a sentirme bastante mal. Quizás influya mucho el hecho de que había empezado a sonar la obertura de las Hébridas de Mendelssohn en radio clásica. Es una obra que me encoge siempre el estómago, así que allí me he quedado, sentada agarrando mi vaso de té, olvidando por completo dónde estaba y metiéndome en esa música que tantos recuerdos me trae.
Me he acostumbrado tanto a no mirar al pasado que de pronto he vuelto a vivir algunos de los momentos más importantes de mi vida como quien está viendo una película con la que ni siquiera se siente identificado. He vuelto a escuchar mi voz diciendo cosas que jamás van a volver a salir de mi boca, he visto miradas, reacciones, cosas que ya no son yo.
Iba a recoger mis cosas y pagar para dar un paseo y despejarme un poco, cuando el chico de las rastas se ha acercado a mí, me ha dejado un folio doblado y se ha marchado sin decirme nada. Al desplegarlo he podido reconocer mi boca, mis manos, mi nariz (con lunar y todo) a trazos, y sobretodo había esbozos de mis ojos.

Lo que más me ha sorprendido de todo esto es que en el centro, con una letra cursiva y grande había escrito la siguiente parte de "sad eyed Lady" de Bob Dylan:

With your sheets like metal and your belt like lace
And your deck of cards missing the jack and the ace
And your basement clothes and your hollow face
Who among them can think he could outguess you ?
With your silhouette when the sunlight dims
Into your eyes where the moonlight swims
And your match-book songs and your gypsy hymns
Who among them would try to impress you ?
Sad-eyed lady of the lowlands
Where the sad-eyed prophet says that no man comes
My warehouse eyes, my Arabian drums
Should I put them by your gate
Oh, sad-eyed lady, should I wait?


Y ahí me he quedado parada un buen rato, sin saber muy bien lo que hacer, con una sensación agridulce dentro y mirando mis propios ojos en el papel como quien mira los de una extraña.